Hasta la llegada de la maquinaria agrícola con la industrialización, todas las herramientas que se desgastaban o estropeaban se arreglaban en la Fragua.
Por una cantidad fija, o iguala, el herrero se comprometía a reparar todo tipo de útiles de hierro, generallmente aperos de labranza, aunque también construía rejas para balcones y ventanas.
En Valdeprado el herrero era itínerante, le eran prestados por el Ayuntamietno los materiales necesarios para ejercer el servicio (el yunque, el fuelle, etc...), poniendo él solamente su trabajo y el carbón necesrio para realizar su labor.
La Fragua dejo de funcionar en los años setenta a consecuencia de la despoblación y desaparición de estos oficios tradicionales.